Epitafio final

Aquí yace

Todo el amor

Todo el dolor

Todo el deseo

Lorienrocks

En la vida, como en casi todo, vamos quemando etapas. Dejamos cosas atrás, aunque no del todo, pues las importantes siempre dejan huella en nuestro más profundo ser. Y en la inexorable carrera contra el paso del tiempo, que siempre tenemos perdida, nos movemos frenéticamente en la eterna búsqueda de la felicidad. O al menos eso hacemos los que aún no nos hemos dado por vencidos.

Comencé este espacio de la manera más casual y, sin sospecharlo, poco a poco fue cobrando una vital importancia, pues se convirtió en un medio para expresar todo aquello que no podía hacer de otra forma. Para hablarme a mí misma de la manera que mejor sé. Todo lo que amé, mis más sentidos anhelos y deseos, todo lo que padecí, en un breve pero intenso, muy intenso, espacio de tiempo que se me ha dado, queda aquí, en tiempo pasado. Y aquí deseo que descanse, pues si algo sé es que en nuestra soledad, no estamos solos. Me ha encantado compartirlo y ojalá lo sigamos haciendo, aunque es hora de poner el epitafio, y no se me ocurre mejor día ni mejor manera que ésta, rememorando una antigua entrada que me vino hoy a la mente.

Suerte!

Ojos de carbón

Se marchó. Pero no se fue solo, el aburrimiento se esfumó con él -aunque de eso se dio cuenta mucho después, a medida que iba transcurriendo el tiempo- Ella se quedó quieta, petrificada con sus grandes ojos de carbón. Tras una breve pausa de extraño estupor, dio media vuelta y siguió su camino. No volvió ni siquiera para recoger sus cosas. No quiso mirar atrás, ni oír sus vanas explicaciones. Sabía que cualquier palabra que él pudiese pronunciar sería tan dolorosa como diez mil cuchillos clavándose en su corazón; y una vez pronunciadas volverían a repetirse en sus recuerdos y en sus sueños quién sabe cuántas veces… No, no quiso hacerse eso a sí misma. La historia terminó y no quería añadir ningún capítulo más. Así que ella también se marchó. Y allí sólo quedó un gran vacío.

A lo largo de su vida le habían contado muchas mentiras. Como la de que todo el mundo, tarde o temprano, encuentra el amor de su vida: un amor puro, sincero, pasional e incondicional, un amor de película, para siempre… O como la de que el tiempo todo lo cura… pero no, no es así, el tiempo no cura, aunque sí te ayuda a ver las cosas con más perspectiva. Y así, se encontraba en un punto en el que no sabía si debía sentir tristeza o alegría por lo que le había ocurrido. Definitivamente se convenció de que no era amor. O al menos, el amor no era como le habían contado. Sólo estaba confusa. Despertar de pronto a la realidad y desengañarse una a una de todas las mentiras que se había estado creyendo desde Dios sabe cuándo, no era una tarea fácil. Le iba a llevar cierto tiempo descubrir cuánto de verdad había en su vida y cuánto de fantasía.

Por eso poco a poco empezó a ser ella misma por primera vez en mucho tiempo. Sentía que había perdido tanto tiempo que todo el del mundo le era insuficiente. Y así fue como se dio cuenta de que desde aquel momento crucial no había vuelto a saber lo que significaba aburrirse -qué ironía- gracias a él. Le dio por adoptar una actitud cínica ante la vida. A todo le daba ya una importancia relativa, y eso la hizo sentirse libre. Todo lo libre que se puede uno sentir en un mundo tan sucio y negro como el hollín a través del cual miran sus ojos.

A veces, muy a su pesar, aún se sorprende mirando hacia atrás de reojo.

Ese poso de amargura, ese poso, del que no conseguía desprenderse, le pesaba demasiado.

Licencia de Creative Commons
Ojos de carbón by Moonlight Shadows (MGT) is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

El perfume

perfume

Tengo un perfume nuevo

Que otro me ha regalado

Del que tú me regalaste

hasta la última gota ya

se ha evaporado

Mas shhh…

que he guardado el frasco vacío, de recuerdo

-En secreto, por si acaso-

Y en un rincón lo he dejado

Vacío

Vacío, lo he colocado

en el mismo rincón donde yace

mi humilde corazón

malparado

Para nunca olvidar, amigo

que amar sin reservas

sale caro

Tengo un perfume nuevo

que otro me ha regalado

M.S. 04*08*2013

Licencia de Creative Commons
El perfume by Moonlight Shadows (MGT) is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

Guerras Cántabras: La Hechicera. Prólogo (3ª parte)

El destacamento romano avanzaba presto. Tenían órdenes de no parar ni siquiera a descansar. Aunque sabían que era muy improbable una réplica de los bárbaros, dadas sus circunstancias tan diezmadas, no querían correr riesgos. Además con un poco de suerte ni siquiera se habrían enterado aún de la situación. El factor sorpresa corría a su favor. Truccia estaba atada con las muñecas por detrás, sujeta bien fuerte a los barrotes de un tosco carromato, custodiada por tres parejas de valientes centuriones por delante y por detrás. El avanzar rápido de las bestias hacía aún más penosa su situación. Su piel se quemaba por el roce contra el esparto de sus correajes y comenzaba a sangrar. Cada bache o piedra del camino dejaba escapar un gemido a través de su boca amordazada. Estaba sucia, despeinada, sus ropajes desprendían un hedor insoportable y sus ojos… Sus ojos parecían los de una fiera enjaulada. Un oficial romano cabalgaba a su lado, sin quitarla ojo. Se preguntaba cómo era posible que se le diera tanta importancia a ese ser tan inmundo e incivilizado. No podía comprenderlo. Súbitamente ella se fijó en él, e instintivamente el oficial apartó la mirada. Una extraña sensación se apoderó de su alma; sentía como si le estuviese hablando o maldiciendo en esa extraña lengua. Esos ojos… No debía mirarlos directamente. Estas tribus paganas del norte de Hispania eran conocidas por sus dominios de la magia, sus oscuros rituales, conocían la Naturaleza a fondo y la utilizaban a su antojo. Incluso César había hecho llamar en alguna ocasión a uno de sus druidas, más sus intentos por adquirir sus conocimientos resultaron en vano. César estaba perdiendo la paciencia. Sin darse apenas cuenta, el General le había alcanzado al trote, quedándose también mirando a la mujer detenidamente por unos instantes. Luego se volvió y le miró a él. Como si leyera sus pensamientos le espetó:

— «Aflojadle las cuerdas, pero tened cuidado, es peligrosa! Augusto está muy interesado en que no se la haga ningún daño. Sus motivos no son de nuestra incumbencia, soldado. Cuando lleguemos al campamento, ordena que sea lavada y perfumada. Dadle ropas decentes y por Júpiter, procurad que su aspecto sea el de una mujer civilizada! Manda para ello a cuantas doncellas necesites. Debe presentarse ante el César con el mejor aspecto posible. Te dejo a su cargo. Es una orden!»

Y arriando a su caballo se adelantó al galope hasta perderse de vista.

Licencia de Creative Commons
Guerras Cántabras: La Hechicera by Moonlight Shadows is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

Guerras cántabras: La Hechicera. Prólogo (2ª parte)

Sin embargo, cabalgando en la noche a toda velocidad no era consciente de lo que se avecinaba. Augusto había mandado espías por toda la región. Durante meses se infiltraron en cada valle, en cada aldea, en cada posada… observando, recabando información. Las diferentes tribus habían pasado siglos haciéndose la guerra unas a otras. Augusto sabía que no sería dificil encontrar algún traidor oportunista dispuesto a dar algo de información a cambio de unos cuantos sestercios y unas pintas de cerveza. La mayor parte de ellos no aspiraban a mucho más, y el resto tan sólo se limitaba a seguir ciegamente a sus caudillos. Los lazos de la Alianza que Cocorottas había establecido entre las tribus de su territorio eran frágiles y fugaces. Algunos comenzaban ya a apreciar las virtudes de algunas costumbres romanas, sus comodidades… empezaban a preguntarse si tanto sufrimiento merecía en realidad la pena. Algunos, estaban cansados. Pues todos sabían, incluso él, que sólo era una cuestión de tiempo. Unos cuantos guerreros no se interpondrían por mucho tiempo ante el avance de la grandiosa Roma. Un imperio que se extendía prácticamente por todo el mundo conocido. Así pues, conocedor de esto, y gran estratega, Augusto se propuso descubrir el punto débil de su enemigo. Y al fin, lo tenía.

Tras unos meses de pesquisas descubrió que su punto débil era ella; al igual que el punto débil de ella, era él. Sus espías le habían contado historias asombrosas sobre el amor que se profesaban. Incrédulo al principio de que unos bárbaros como aquellos fueran capaces de experimentar tan profundos sentimientos, casi más que el territorio a conquistar su motivación era descubrir qué había detrás de todo aquello. Quería saber. Comprender. Comprender para vencer.

Así pues, había trazado un plan: se había propuesto secuestrar a la amada de su más acérrimo enemigo, que le estaba retrasando ya demasiado su avance. El imperio no podía permitirse perder tanto tiempo con aquellos bárbaros salvajes. Era su deber acabar con aquella situación, con la ayuda de los dioses. Sin embargo no quería acabar con su mujer y su vástago en una incursión violenta. No derramaría más sangre de la estrictamente necesaria. Quería tratar el asunto con discreción… Además, había oído historias sobre esa mujer. Historias increíbles. Quería comprobar qué había de verdad en ellas.

Sólo había que esperar…

Licencia de Creative Commons
Guerras Cántabras: La Hechicera by Moonlight Shadows is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

Guerras Cántabras: La hechicera. Prólogo (1ª parte)

Vigésimo segundo año A.C.: En un recóndito lugar oculto en las montañas, un espantoso alarido despierta a la aldea de su plácido sueño… ¡¡¡TRUCCIA!!! ¡¡¡TRUCCIA!!! ¡¡¡TRUCCIA HA DESAPARECIDO!!!

Súbitamente se armó un revuelo. Su choza no mostraba signos de violencia. Faltaba su caballo. Las viejas que solían asistirla estaban al borde de un ataque de ansiedad y miedo. Rápidamente la noticia se extendió por toda la comarca. El caos reinó por unos instantes hasta que el pequeño destacamento dejado por Cocorottas para defender su humilde poblado, poco a poco, logró apacigüarlo.

La reina había huido.

Bajo el manto de la noche, Truccia, harta ya de tanta espera, decidió salir a su encuentro. La campaña contra las tropas de Augusto se estaba extendiendo ya demasiado. No soportaba la idea de pasar un sólo día más bajo las techumbres de su choza, atisbando a lo lejos la posible llegada de algún mensajero con oscuras noticias sobre su esposo. Tenía esos presentimientos, otra vez. La atormentaban, noche tras noche no podía conciliar el sueño y cuando al fin lo lograba, eran sueños terribles, abominables. Y en las mañanas, le hastiaba ver pasar  los carros al mercado llenos de hortalizas, o escuchar el obstinado ruido del martillo en la fragua; harta de ver pasar por doquier las flacas gallinas y el diezmado ganado; harta de amamantar a su primogénito; harta, de no hacer nada. Harta, de esperar.

Echaba de menos a su esposo, su voz bronca, sus modales rudos, el olor agrio de cerveza en sus barbas, la forma salvaje en que la poseía cada noche…. Sin él lentamente se iba marchitando. Pero sobre todas las cosas, echaba de menos el fragor del combate. Dada su reciente maternidad, había sido relegada a quedarse al cuidado de una aldea llena de campesinas, niños, enfermos y ancianos que gobernar en su ausencia. Pero ella era una guerrera. Su sitio estaba en el campo de batalla, con los demás guerreros. Descendía de un extenso linaje al que pertenecían los más valerosos guerreros del Clan durante incontables generaciones. Una tras otra, sus antepasados y antepasadas defendieron la tribu de toda clase de amenazas con sus armas. Necesitaba sentir el hedor a sangre, sudor y tierra… o moriría.

Necesitaba a su esposo.

Licencia de Creative Commons
Guerras Cántabras: La Hechicera by Moonlight Shadows is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

Desmemoriada

 

Ya no me acuerdo

si te dejé ir porque ya no te amaba

o te dejé ir porque ya no me amabas

Me pregunto si hay diferencia…

Tampoco hubo elección

¡Ah no… espera un momento!

¿No fuiste tú quien me dejó?

M.S. 10*05*2013

Licencia Creative Commons
«El dilema» por Moonlight Shadows (M.G.T.) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Cae el lunes

 

Cae el lunes

Como siempre, por sorpresa

A aguarnos la fiesta

Eterno visitante inoportuno 

al que nadie recuerda nunca haber invitado

Cae el lunes, a plomo

Como un mazazo seco en la nuca

La voz de tu conciencia recordándote

quién eres y dónde estás

Y una vez más no logras recordar

por qué haces lo que haces

y estás donde estás

Cae el lunes

Pesado y espeso, como lluvia de verano

Agobiante, irrespirable

Como un perro viejo, hediondo y mareado

Cae el lunes, y no despiertas a él

No es

Es sólo un día antes, o un día después

Tu cabeza del revés

Cae el lunes

Cae el lunes y después

vuelve a caer

otra vez…

M.S. 21*06*2013

 

Licencia Creative Commons
«Cae el lunes» por Moonlight Shadows (M.G.T.) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Summertime

Hoy, la entrada es Ella… Invoca al verano Janis!! (a ver si se anima y viene…)

«Summertime,
Child, your living’s easy.
Fish are, fish are jumping out
And the cotton, Lord,
Cotton’s high, Lord so high.

Your dad’s rich
And your ma is so good-looking, baby.
She’s a-looking pretty fine to me now,
Hush, baby, baby, baby, baby now,
No, no, no, no, no, no, no,
Don’t you cry, don’t you cry.

One of these mornings
You’re gonna rise, rise up singing,
You’re gonna spread your wings, child,
And take, take to the sky,
Lord, the sky.

But until that morning,
Honey, n-n-nothing’s going to harm ya,
No, no, no no, no no, no…
Don’t you cry — cry.»

 

«Summertime» Big Brother and the Holding Company & Janis Joplin  

 Album: Cheap Thrills, 1968
 Autor: George Gershwin, 1935

Que nadie me diga que no fue verdad

Recuerdo la noche que soñé contigo como si fuera ayer… En realidad, porque fue ayer, anoche, apenas hace un rato. Pero es un sueño de esos que sabes que nunca podrás olvidar, así que muchas veces me sorprenderé contándomelo así, con esta frase : «Recuerdo la noche que soñé contigo como si fuera ayer…».
No tengo ninguna prueba real de tu existencia, quizás porque tal vez sólo seas un producto de mi ilusión. Pero anoche cobraste vida. Y estábamos tan cerca que incluso estábamos juntos. Pasamos la tarde entera, haciendo cosas triviales, sin importancia, compartiendo nuestro tiempo y nuestro espacio. Estaba próximo tu cumpleaños. Te hizo ilusión que me acordara de eso, tú siempre tan reservado…
Al despertar, una sensación de felicidad me embriagaba, y aún se resiste a abandonarme. Puedo sentir, de verdad,  que nos acabamos de ver, que acabamos de estar. De estar juntos.
¡Y que nadie se atreva a decirme que no fue verdad!
M.S. 26*04*2013

Espirales de amor y olvido

Yo quiero que tú me quieras

Tú quieres que yo te olvide

Pero a mí se me suele olvidar que no me quieres querer ya

Y entonces, de nuevo, quiero que me quieras

y de nuevo tú quieres que te olvide

Pero a mí se me suele olvidar que eres tú en realidad

quien quiere olvidarme

¡Ay!

¡Yo quiero que olvides que quieres olvidarme!

Y que recuerdes que debes quererme

como hacías antes

¿Por qué lo olvidaste?

Si tú no me has de querer entonces

¿por qué una vez me has querido?

¿por qué ha de reinar el olvido

donde antes hubo amor correspondido?

M.S. 10*06*2013

Licencia Creative Commons
«Espirales de amor y olvido» por Moonlight Shadows (M.G.T.) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Sinsentido: Diálogos con el espejo

—Amar a quien no te ama no tiene sentido

Amar a quien no te ama no tiene sentido

Amar a quien no te ama es

un insulto a la inteligencia

Es negarte la felicidad

Es estar ciego

Es no vivir

Es ecológicamente incorrecto

Socialmente inaceptable

Psicológicamente masoquista

Intelectualmente reprobable

Sentimentalmente vano

Patético y grotesco

Es ir contra natura

Es una insensatez, una locura

Amar a quien no te ama no tiene sentido

No… no tiene sentido

 

— Ya, pero

¿Cómo se cura esto?

M.S. 14*05*2013

 

Licencia Creative Commons
«Sinsentido: Diálogos conmigo » por Moonlight Shadows (M.G.T.) se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.